En el sentido estricto de la palabra, trashumancia corresponde a la acción y efecto de trashumar, que significa cambiar periódicamente de lugar. En la agronomía la práctica de trashumancia es el pastoreo de continuo movimiento en búsqueda de condiciones climáticas propicias para la productividad.
Mientras tanto en la apicultura, igual que en la ganadería, la trashumancia es un método ampliamente usado, en este caso la trashumancia apícola es el movimiento de colmenas de una localización geográfica a otro lugar en búsqueda de mayor floración, lo que incrementa la producción de derivados de las abejas.
Como se ha expresado en los párrafos anteriores, los motivos de la trashumancia se da por razones de productividad, es decir que el movimiento de colmenas surge por la necesidad de proveer de floración a las abejas, ya que como sabemos, la apicultura depende altamente del ambiente que rodea los apiarios. No es posible la producción de miel, y demás productos derivados de las abejas, sin flora predominante.
Así pues la trashumancia permite iniciar las temporadas productivas en zonas donde el florecimiento inicia en determinado momento y al terminar el esplendor floral, ya sea por las lluvias o sequía, es trasladada a regiones con nueva floración.
Sin embargo, aunque es un método bastante empleado, está práctica no es estrictamente necesaria, seǵun el apicultor Aníbal Méndez, en zonas como Ometepe “no es necesario estar moviendo a las abejas, porque de manera natural tiene las condiciones, hay zonas que llueve, zonas cálidas y siempre tiene floración”.
La trashumancia en la historia
La práctica de la trashumancia nació con la apicultura misma hace miles de años, sin embargo, como dato histórico, cabe recalcar la introducción de la Apis Mellifera (la principal especie de abejas productoras) en América, pues vino al continente con la llegada de los conquistadores.
