A ciencia cierta no se sabe el cuál es el origen de la miel, sin embargo existen vestigios que muestran que este tesoro amarillo esta presente en nuestras vidas desde el inicio de los tiempos.
La primera gran prueba de ello es la pintura rupestre localizada en la Cueva de la Araña en Bicorp, (Valencia) España, que data de 7mil antes de Cristo, donde se muestra a un hombre recolectando miel. Este glifo es la primera muestra que los primeros pobladores descubrieron la miel como alimento.
Por otra parte, existen papiros que comprueban que en el antiguo Egipto se hacía uso de la miel, esta cultura creía que este recurso natural provenía de las lágrimas del Dios Ra y por lo tanto la usaban como ofrenda religiosa, sin embargo, también era utilizada para fines cosméticos y alimenticios.
Las culturas romanas y griegas tampoco desaprovecharon este tesoro. Hipócrates, quien es considerado el padre de la medicina, utilizó la miel con fines curativos, alabando los beneficios de la misma. Y dentro de la mitología, la miel era el alimento de los Dioses del Olimpo.
Nuestras culturas americanas tampoco se quedan atrás, estudiosos afirman que tantos los Incas como los Aztecas hacían uso de esta riqueza líquida y que incluso desempeñó un papel fundamental en las ceremonias y rituales de purificación o iniciación.
En las religiones Judea-Cristianas tampoco es olvidada, diversos libros Sagrados como la Biblia y el Corán hacen alusión a las abejas y la miel, describiendo las propiedades curativas que posee.
No importa cual sea la cultura o la región en descubrir primero la miel y los beneficios que posee, pero lo que si importante es que gracias a ello hoy sabemos lo invaluable que esta es y la disfrutamos plenamente.
